Lo que he aprendido de las dietas

Comienzo una dieta un lunes y la dejo un martes o un miércoles. Durante una época, tengo mucha fuerza de voluntad, pillo una dieta de no sé quién o de una revista o de cualquier otra parte, la sigo un tiempo y, al cabo de X meses, estoy más gorda que cuando empecé. Si tengo hambre, como. Si tengo un disgusto, como. Si tengo una celebración, como. Si voy a un restaurante y alguien pide ensalada, lo miro raro (bueno, también porque pagar seis o nueve euros por una mezcla de cebolla, tomate y lechuga me parece un robo, simplemente. Pero por lo verde también. A quién se le ocurre comer lechuga cuando puede comer pizza). Si hay picoteo, no tengo control. Un buffet es el peligro más grande para mí. Los aperitivos. Las cazuelitas. Los patés. Esas cosas.

Yo era así.

No sé si soy así todavía. Supongo que sí, porque los hábitos alimenticios de 35 años no desaparecen de la noche a la mañana. Y, de hecho, si yo no engordara ni le pasara absolutamente nada a mi organismo (es decir, si fueran inocuas) yo me comería todas las galletas de un paquete de Príncipe de Beukelaer  Double Chocolate todos los días con el café. Deben de tener la misma droga que los Risketos.

Ahora, después de varias semanas siguiendo una dieta para adelgazar, he asimilado algunas cosas. Estoy completamente convencida de que el 90 por ciento de la población come mal. El otro 10 por ciento está formado por vegetarianos informados y por nutricionistas omnívoros. Y a lo mejor por algún médico (aunque los que conozco yo comen fatal). Me fijo muchísimo en los carros de la compra ahora: en los de los demás. Es un horror. Sería de mal gusto hacerle fotos a las cestas ajenas, pero en ellas abundan las comidas precocinadas y las proteínas animales de todo tipo. Jamás veo una cesta llena de verduras. Me consuelo pensando que a lo mejor es que la gente compra las verduras y las frutas en los comercios pequeños, como hago yo (cuando no las pido al grupo de consumo), pero cuando veo todas esas cestas y esos carros llenos de precocinados comienzo a dudarlo… No he hecho ningún estudio al respecto, ni conozco a una entidad que lo haya sufragado, pero tengo la intuición de que la gente atribuye a la carne y al pescado una labor milagrosa en el equilibrio de una dieta: si uno come carne, no le falta de ná. Si no comes carne, estarás desnutrido y te morirás. Por cierto, la mayoría tampoco sabe qué es una proteína.

Me he convertido en una defensora total de la figura del nutricionista. No voy a decir que con la varita mágica de la mía se me haya acabado la ansiedad (ja) ni las ganas de Risketos (bueno, eso sí se ha acabado, ahora que lo pienso: solo las he tenido una vez y no los comí. Ahí, resistiendo), pero al menos soy más consciente de lo que me meto en la boca. Sé, con mirar una receta, si se pasa de mis raciones diarias de carbohidratos, proteínas o grasas. Miro detalladamente las etiquetas de todos los productos. La mayoría de las cosas ni las compro (esas galletas con aceite de palma…). Sé que hay que tomar unas raciones determinadas, para tu peso, tu altura y tu forma física, dependiendo de si quieres adelgazar o no. Sé que no hay alimentos prohibidos en una dieta (a no ser que tengas una enfermedad: estoy hablando solo de dietas para perder peso), ni siquiera las patatas fritas. Sé que una dieta que le sirve a una persona no le sirve a otra (yo en la mía me como un pedazo de bocadillo a media mañana, por ejemplo, y como menos fruta de la recomendada). Y sé que la gente gasta mucho dinero en productos que no sirven para nada, cuando no suponen un riesgo fundamental para su salud. Lo que desconozco es qué les ocurrió a los carbohidratos, pobrecitos, para que tengan tan mala fama. Y a los frutos secos, ni te digo. No creo que un alimento cure, por sí mismo, pero sí creo que una mala dieta desencadena muchos problemas de salud que deberían atajarse cambiando la dieta y no con pastillas. El problema es que no hay dietistas en los centros de salud y los que hay en el hospital te atienden solo cuando tienes obesidad mórbida y nada te ha funcionado. ¿No debería haber un plan para la población que enseñara a comer correctamente?

Ah. Y sí: como cacahuetes, anacardos, nueces y pipas de girasol y de calabaza y almendras. Y macarrones y espaguettis y arroz. Y mijo, quinoa, cuscús y garbanzos a tutiplén. Y adelgazo.

También como mucho verde. Ahora lo primero que miro en el restaurante es el apartado de ensaladas. Por cierto, qué ensaladas más sosas.

Lo que he aprendido de las dietas

24 comentarios en “Lo que he aprendido de las dietas

  1. araceli dijo:

    hola… estoy de acuerdo. … y mi ayuda, que paso por lo mismo que tú, la espero encontrar en tus experiencias y las de tus amigas del blog. soy recien iniciada en este mundo vegano y a como dice un chiste por ahi: cuando había aprendido a decir ‘pinícula’…. ahora le dicen ‘flín’ me queda mucho para poder disfrutar de variedad de comidas sanas con productos nuevos para mí. quiero felicitarte y agradecerte por el bien que me haces con tu blog. gracias.

    1. Oh, qué comentario más bonito! Nunca había pensado que un blog pudiera hacer estas cosas… Y más este, que comenzó como un archivo de mis recetas. Muchas gracias. Me has alegrado la mañana.

  2. A mí me encantan las ensaladas. Si voy a algún sitio a comer siempre pido ensalada. Es algo que me apasiona.

    En lo de la carne te doy toda la razón del mundo. Yo no como prácticamente carne, no la necesito. Mi madre come ahora muchísima porque las verduras le dan mucha diarrea y con lo de la quimio no se puede permitir perder tanto mineral en el váter y dice que en su vida había comido tanta proteína animal.

    Yo es que siempre recuerdo que mi abuela cocinaba, aprendido de su madre, una lechuga cortada en juliana y cocida con patatas (separadas). Y listo. Las legumbres siempre viudas, las verduras sin adornos, verduras. Muchas veces había para comer tomate asado a la plancha o setas al horno, con nada más que un chorrito de aceite y pimienta y sal.

    Te va a ir muy bien con esta nueva forma de comer. En cuanto te acostumbres no podrás dejarla.

    1. La verdad es que es cansada (me hace gracia lo de la viudez. Que supongo que significa «sin carne»), esta forma de comer, porque te obliga a cocinar mucho más. Pero está más rica. Las setas al horno las tengo que hacer: siempre las hago a la plancha. Estoy disfrutando con nuevos sabores y a mis intestinos les sienta muy bien… A ver qué tal.

      Espero que tu madre se mejore.

  3. Náufraga dijo:

    «¿No debería haber un plan para la población que enseñara a comer correctamente?»

    Claro que debería!! Si el plan diera $$$$ seguramente ya estaría implementado. . . La mayoría no sabemos lo que nos llevamos a la boca, ni nos tomamos el tiempo para averiguarlo. Y si nos enfermamos. . . ¡¡negocio para los laboratorios!!

    Muy buen post!!
    Un abrazo

    Náufraga

    1. Yo creo que lo que pasa es eso. Que no da dinero, quizá. O que evita depender de productos, pero ¿no se entiende la medicina ahora como medicina preventiva?

      Muchas gracias, guapa. Tengo ganas de verte.

  4. Totalmente de acuerdo con lo de que probablemente el 90% de la población come mal, no hay que hacer mucho más que fijarte un día en lo que dices: mirar carros ajenos o simplemente ir a una comida entre amigos, y fijarte en lo que comen/pican. Es el pan de cada día: en mi universidad por ejemplo casi todo el mundo considera normal comer entre horas (sobre las 11, después del desayuno que se hayan tomado en casa) kinder’s bueno, kit kat, mars, patatitas chips, magdalenas de chocolate y demás guarrerías que pueden comprarse en la máquina expendedora (sin contar las cocacolas y demás bebidas extra-azucaradas), y sobre la 1 repiten (esto lo hace mucha gente). Me deja pasmada, si comen así entre horas no quiero saber como son sus comidas principales..

    Y lo que más indignación me produce es que no existan máquinas de alimentos saludables… ya que las ponen, qué menos que incluir alimentos sanos: fruta del día, alguna compota, snacks horneados en lugar de fritos, una bolsita de frutos secos horneados (y no fritos con mil conservantes), zumos naturales sin azúcares añadidos, horchata natural… qué se yo! mil cosas. Pero claro, imagino que debe de haber un negociazo detrás del copón, y a este dudo que le interese que se imponga la alimentación saluble, aunque esto ya son teorías que se salen de contexto.

  5. Me parece muy acertado todo lo que dices, pero hay una idea que solo sugieres y que creo nunca se destacará lo suficiente. Ha habido un cambio en el uso, casi en el significado, de la palabra «dieta» desde el surgimiento y éxito de las «dietas milagro», cuyo significado podría resumirse como el «cambio en el tipo de alimentos que una persona consume, durante un periodo de tiempo determinado». Así, una persona que hace dieta, la hace durante uno o dos meses, pierde peso de forma rápida y después vuelve a sus hábitos alimenticios previos, con lo que entra en una dinámica negativa de pérdida y ganancia de peso.
    Y esto básicamente porque estas dietas olvidan el significado real de la palabra (un olvido perverso, yo diría), que se refiere, o debería referirse, a los hábitos alimenticios. Si utilizamos el concepto de dieta como el conjunto de hábitos alimenticios de una persona, ésta sabe que tendrá que seguirla durante toda su vida, no solo por un período de tiempo reducido, y que estar a dieta supone un cambio permanente en su modo de alimentarse. Por eso son absurdas todas esas dietas estrictas y restrictivas, porque de ellas no pueden surgir hábitos saludables, sostenibles y que generen felicidad a una persona durante toda su vida.
    Personalmente, no controlo mucho lo que como. Como dulces, risketos, carne roja… Probablemente haya muchas semanas en las que lo que como no sea muy saludable; aunque también como muchísimo verde, verduras, pescado, bebo agua (¡agua!)… Básicamente, si uno no prueba en meses la coliflor, o la lombarda, o las espinacas, o las legumbres (las grandes olvidadas) es que algo en sus hábitos de alimentación no anda bien; si el olor a pizza es habitual en su cocina, es que algo no anda bien.
    A parte, y como este blog demuestra, la salud es deliciosa, si sabe cocinarse bien.

    ¡Un abrazo, guapa!

    1. Llevo dos respuestas perdidas en el ciberespacio.

      Estoy de acuerdo: la dieta es lo que uno come durante toda su vida. «Estoy a dieta» es una frase horrenda que implica que vas a comer restrictivamente una temporada y que, cuando vuelvas a tus hábitos, recuperarás el peso perdido y la culpabilidad. Más bien habría que cambiarla por «esta es mi dieta». Aunque a veces uno cometa sus pecadillos y se coma unas patatas fritas o dos trocitos de tarta. Creo que el secreto está en equilibrar: en saber qué te llevas a la boca y qué no es preceptivo que uno se lleve a la boca todos los días…

      Mira que me gusta leerte… Un beso, cariño.

  6. Virginia dijo:

    Hola, qué lindo tu blog. Hace poco tiempo que soy vegana, eso intento, por lo menos. Cada día aprendo algo nuevo y es complicado llevarlo a la práctica o porque no se consiguen los ingredientes o alimentos o porque son carísimos y uno tiene que pensar en otras alternativas. Sobre todo en un país como Argentina donde TODO, absolutamente TODO pasa por la carne, la leche y los huevos. A la gente los sacás de ahí y no saben qué hacer. Incluso, hace poco me topé con un dueño de una herboristería (herbolario creo que se llama en tu país) y un médico «naturista» amigo de ellos que me dijeron que no podía no comer carne, que tenía que tener «proteínas completas»… incluso el médico «naturista» me lo dijo.
    Ese día andaba sin comer casi nada porque ando época de examen, venía comiendo muy mal hacía como dos semanas y sin dormir bien… la cosa es que ESE día nomás andaba así y me trataron de enferma, peor cuando dije que no como carne, ni leche ni huevos, me trataron básicamente como a una enferma… y todo esto en una charla en el negocio… obviamente que no voy a ir más porque no puede ser tanto atropello, en especial si se creen que saben TODO…
    Cuánta ignorancia, la misma que yo tenía y asumí que la tenía para poder aprender.

    En mi caso, nunca hice una dieta-dieta, solo una vez que había engordado más de 12 kilos en menos de dos meses y cuando me di cuenta de que estaba gorda disminuí el azúcar, la sal y traté de comer más sano… los bajé… lo que me di cuenta más adelante es que, en esos años habíamos empezado a comer más carne, más leche, más comida procesada… siendo que mi mamá me gestó haciendo una dieta no escricta macrobiótica… casi vegetariana porque creo que algo de pollo comía, y que en nuestra niñez fuimos vegetarianos un tiempo… en mi adolescencia, mediados de los 90s, empecé a comer muy mal… en realidad, todos en mi casa.

    También me enteré hace poco que fue a mediados de los 90s que los transgénicos se instalaron en Argentina. Estoy segura de que todos los desbarajustes que tuve en el organismo, venían por ahí…
    Bueno, perdón que te conté algo de mi vida alimenticia jaja pero bueno, está muy bueno reflexionar sobre esto… hace poco que me encuentro con este universo de ideas que realmente me hace ver lo mal educados que estamos en cuestiones alimenticias y lo mal que vivimos.
    De todas maneras, las cositas dulces procesadas, algunas no puedo dejar de comerlas… en especial porque no me salen las cosas dulces, no sé por qué. Ya mejoraré.
    Saludos desde Argentina.

    1. Yo de transgénicos no tengo mucha idea y no sé qué investigaciones hay al respecto. Con la nutrición pasa lo mismo que con la economía, oye. Todos somos nutricionistas y también somos economistas. Y realmente es cierto que vivimos muy mal… 😦 Muchas gracias por pasarte! Me ha gustado mucho tu comentario, la verdad…

      1. Virginia dijo:

        Sobre los transgénicos hay mucha tela para cortar, hay investigaciones que son censuradas en las que muestran que son malos para la salud. En este momento en Argentina hay un juicio sobre las fumigaciones y el uso de agroquímicos, y por suerte, hay gente que se está enterando lo que significa eso y los transgénicos. Así que cada vez hay más que divulgan este tema. En Italia hicieron un reportaje desde la TV francesa, que investigadores descubrieron que los transgénicos modifican los órganos y por lo tanto, no funcionan bien. Esa nota la censuraron pero alguien la subió a internet. Antes creía que era muy malo tener un poco de nutricionista o de economista, pero ahora creo que todos debemos estar un poco inmersos en esos temas. Ignoramos mucho de cuestiones muy elementales.

  7. Me refiero a que todo el mundo piensa que es experto y que las opiniones de los expertos no valen para nada. Yo sé de mucha parte de población, mucha, que no se fía de estudios científicos, pero cree en la homeopatía… Aquí hay cierto rechazo a los transgénicos, la verdad.

    1. Virginia dijo:

      Por un lado, es muy positivo que haya rechazo a los transgénicos en España porque significa que están informados. En Argentina casi no hay información y es un problema grave ya que tenemos gran parte del suelo sembrado con semillas transgénicas, o sea, patentadas… con todo lo que eso implica. La soberanía de la tierra acá es ficción.
      Sobre la homeopatía y esas cosas, es otro cantar aunque yo ya no creo en la rama de la medicina que aplica químicos para curar y reniega de todo lo demás como si el ser humano no hubiera podido sobrevivir sin ellos. Estamos rodeados de mentiras, es lamentable.
      Gracias por responder.

  8. Buenos días, me ha encantado esta entrada en tu blog, porque resume la forma de actuar que tengo como nutricionista y la que debería estar extendida en la población, por eso me gustaría distribuir esta entrada entre algunos de mis clientes/pacientes, para lo cual necesito tu permiso, espero tu respuesta. Muchas gracias.

    1. No entiendo lo de «distribuir la entrada». No sé qué significa. ¿Hacer fotocopias y dárselas a tus clientes? ¿Enlazar el blog en mensajes de correo? Lo veo un poco absurdo, la verdad, porque mi texto no tiene validez científica ninguna como para dársela a ningún paciente, que no deja de ser una persona que tiene que cambiar sus hábitos de vida. Creo que, para eso, mejor leer blogs de nutricionistas, como Mi dieta cojea o Dime qué comes o Pizca de vida o tener charlas con un nutricionista titulado y reciclado. Tampoco sé si tú eres nutricionista, licenciada o de FP, o no lo eres (es importante esto para mí: si se va a dar un texto mío, al menos que no lo reparta un charlatán que no ha estudiado nutrición y que tiene formación de un curso de herbolario).

      1. Lo de distribuir la entrada quería decir imprimirla para que se pueda leer. No todas las personas tienen internet y mucho menos impresora, por eso me habia parecido buena idea hacerlo. Los blogs a los que te refieres los leo con asiduidad y me parecen fabulosos. Lo que me parecía importante de esta entrada es que se pudiera leer el punto de vista de una persona que cambia sus hábitos y que consigue sus objetivos de una manera sencilla y comiendo de todo, rompiendo mitos absurdos de que hay que eliminar alimentos. Con frecuencia necesitamos modelos a seguir que sean similares a nosotros y por más que un profesional te explique las cosas una y otra vez caen en saco roto, por eso reitero lo interesante de tu entrada.
        Por otro lado me parece también normal tu desconfianza, amparándonos en la red te podría dar cualquier identidad pero de una cosa sí estoy orgullasa por el trabajo que me ha costado,sí, soy licenciada y posgrado en nutrición. En todo caso muchas gracias por haber contestado a mi comentario y felicidades por las recetas que vas publicando. un saludo.

        1. Pues no sabía que se podía tener ese enfoque, la verdad. Hombre, cambiar de hábitos SENCILLO no es. Ni de lejos. Cuesta mucho trabajo. Pero no es imposible. Si piensas que le puede valer a alguien, genial! Yo no lo había pensado, la verdad.

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