Muffins de zanahorias y uvas pasas

Muffins de zanahoria y pasas
Muffins de zanahoria y pasas

La primera vez que probé el bizcocho de zanahorias, lo hizo una mujer llamada Morag, inglesa (el nombre es gaélico, por cierto), amiga de mi compañera de piso de Sevilla de por aquellos entonces. Nos dijo: «Voy a hacer un bizcocho de zanahorias». Yo arrugué la nariz, porque las zanahorias eran verduras y fue como si me hubieran dicho: «voy a hacer un bizcocho con cebollas». Total, que allá que se puso la mujer a hacer el bizcocho y yo lo probé por ser educada… y se transformó en mi bizcocho favorito. Con pasas, sin pasas, con nueces, sin ellas, con muchas especias o solo con canela. Lo adoro. Si hay tarta de zanahorias, es lo que pido. No me canso. Así que, como tenía que hacer un regalo a unos amigos a los que les prometí magdalenas, horneé estos muffins de la segunda edición del Vegan with a vengeance de Isa Chandra Moskowitz. Ella usa aceite de coco refinado. Yo, de girasol, que se produce aquí.

Magdalenas de zanahoria y pasas
Magdalenas de zanahoria y pasas

Ingredientes para 12 muffins:

  • 80 gramos (1/2 taza) de uvas pasas
  • 225 gramos (1 y 1/2 tazas) de harina
  • 2 cucharaditas de polvo de hornear
  • 1/2 cucharadita de bicarbonato sódico
  • 1/4 cucharadita de nuez moscada molida
  • 1/2 cucharadita de canela molida
  • 50 gramos (1/4 taza) de azúcar
  • 1/2 cucharadita de sal
  • 235 gramos (1 taza) de leche de almendras sin endulzar o de soja
  • 55 gramos (1/4 taza) de aceite de girasol
  • 1 cucharadita de extracto de vainilla
  • 200 gramos (2 tazas) de zanahoria rallada con el rallador de agujeros grandes o medianos o picada muy picada en la picadora
Muffins de zanahoria y pasas
Muffins de zanahoria y pasas

Preparación:

Precalienta el horno a 200º C. Prepara una bandeja de muffins, o engrasando las cavidades con aceite de girasol o con cápsulas.

En un bol pequeño, remoja las pasas en agua hirviendo, tapa y deja reposar 10 minutos. Cuela.

Mientras tanto, tamiza la harina, el polvo de hornear, el bicarbonato, la canela, el azúcar, la nuez moscada y la sal en un bol y mezcla muy bien. Crea un volcán en el centro y añade la leche, el extracto de vainilla y el aceite. Mezcla bien con una cuchara de madera hasta que esté todo integrado y no veas harina.

Ahora, añade las zanahorias y las pasas escurridas y remueve bien.

Rellena los moldes de muffins unas 3/4 partes de su capacidad. La masa sale justa, así que no tendrás problemas. Hornea de 18 a 22 minutos, hasta que un palillo o la punta de un cuchillo insertado en el centro salga limpio. Saca el molde del horno, con la ayuda de unas manoplas, deja enfriar 5 minutos dentro del molde y luego desmolda las magdalenas y pásalas a una rejilla.

Se conservan, como todas las magdalenas, bien tapadas en una lata. También se pueden congelar y se descongelan en el frigorífico envueltas en papel de cocina para que absorba la humedad.

Muffins de zanahorias y uvas pasas

Cupcakes de té chai

Magdalenas de té chai
Magdalenas de té chai

Esto son cupcakes. Y los moldes de cupcakes son un pelín más pequeños que los de muffins. Con lo cual, si queréis usar un molde de muffins, que es el que he usado yo, no saldrán 12 cupcakes, sino 8. Avisados quedan ustedes. Llevan té y muchas especias y están riquísimos. Yo los hice para regalar, porque este año que comienza me he propuesto cuidarme mucho más. Es decir, voy andando al deporte y vuelvo andando (40 minutos de ida, 40 de vuelta), no uso el ascensor (salvo cuando voy muy cargada), estoy intentando controlar la ansiedad (y lo consigo el 90 por ciento de las veces) y estoy siendo más consciente de lo que me llevo a la boca. Cuando sea mi examen y lo haga, comenzaré a hacer deporte más días: ahora no me da tiempo porque las tardes las dedico a estudiar. De hecho, esto lo hice una mañana que tenía libre, que me la pasé horneando magdalenas para regalar a mansalva. El blog tiene recetas dulces y yo no engordo. La receta es del libro Vegan Cupcakes Take Over The World, de Isa Chandra Moskowitz y Terry Hope Romero, que viene con todas sus decoraciones para añadir por encima, pero yo eso no lo hago nunca. Que a lo mejor lo hago algún día cuando venga gente a comer a casa, pero aún no me ha dado. Me veo más haciendo una tarta crudivegana…

Magdalenas de té chai
Magdalenas de té chai

Ingredientes para 12 cupcakes u 8 muffins:

  • 235 ml (1 taza) de leche de soja
  • 160 gramos (3/4 taza) de azúcar
  • 4 bolsitas de té negro o 2 cucharadas de té negro en hojas
  • 55 gramos (1/4 taza) de aceite de girasol alto oleico
  • 120 gramos (1/2 taza) de yogur de soja natural o de vainilla
  • 200 gramos (1 y 1/3 taza) de harina
  • 1/4 cucharadita de bicarbonato sódico
  • 1/2 cucharadita de polvo de hornear
  • 1/2 cucharadita de sal
  • 1 cucharadita de extracto de vainilla
  • 2 cucharaditas de canela en polvo
  • 1 cucharadita de cardamomo molido
  • 1/2 cucharadita de jengibre en polvo
  • 1/4 cucharadita de clavos de olor molidos
  • Una pizca (hasta 1/8 de cucharadita) de pimienta blanca o negra
Magdalenas de té chai
Magdalenas de té chai

Preparación:

Precalienta el horno a 180º C. y prepara un molde de cupcakes o muffins, lo que tengas. Lo puedes pincelar con aceite o poner cápsulas.

Calienta la leche de soja en un cazo hasta que casi esté a punto de ebullición. Añade el té, tapa con un plato y, fuera ya del fuego, deja reposar 10 minutos. Luego, si has usado bolsas, mételas y sácalas tres o cuatro veces y luego escúrrelas muy bien o cuela la leche. Mídela y, si mide menos de 235 ml (es decir, menos de 1 taza -cosa que ocurre, por cierto-) añade un poco más hasta que completes esta cantidad.

En el vaso de la batidora, bate, con el batidor de varillas (el que es como esta foto) el aceite, el yogur, el azúcar, la vainilla y la leche con el té hasta que no haya grumos.

En un bol grande, tamiza la harina, el bicarbonato sódico, el polvo de hornear, la canela, el cardamomo, el jengibre, el clavo y la pimienta. Remueve muy bien con una cuchara de madera. Ahora, agrega los líquidos y remueve bien hasta que esté todo integrado.

Rellena los moldes hasta arriba y hornea de 20 a 22 minutos, o hasta que al insertar un palillo o la punta de un cuchillo en el centro del cupcake, salgan limpios. Saca del horno (no olvides usar unas manoplas). deja reposar 5 minutos y luego pásalos a una rejilla para que se enfríen.

Guárdalos en una lata de galletas bien tapados. Se pueden congelar. Se descongelan en el frigorífico, envueltos en papel de cocina para que absorba la humedad.

Cupcakes de té chai

Muffins de cerezas y almendras

 

Muffins de cerezas y almendras
Muffins de cerezas y almendras

Mirad qué pinta tiene esto, por Dios. La pinta se la debemos a mi horno: la receta, a Isa Chandra Moskowitz, as (almost) always. Es de Vegan with a vengeance. Si no lo tenéis, o si no tenéis ninguno de los dos, comprad la edición del décimo aniversario, que es esta que os enlazo. Y compartid estos muffins, porque salen 12 y no queremos ponernos gochos.

Ingredientes para 12 muffins:

  • 80 gramos (1/2 taza) de cerezas deshidratadas picadas
  • 300 gramos (2 tazas) de harina todo uso
  • 70 gramos (1/3 taza) de azúcar
  • 2 cucharaditas de polvo de hornear
  • 1/2 cucharadita de bicarbonato sódico
  • 1/4 cucharadita de sal
  • 70 gramos (1/3 taza) de aceite de girasol
  • 180 ml (3/4 taza) de leche de almendras sin endulzar
  • 180 gramos (3/4 de taza o 2 yogures) de yogur de soja natural sin endulzar
  • 2 cucharaditas de extracto de almendras
  • 100 gramos (1 taza) de almendras laminadas, divididas (primero 75 gramos -3/4 taza- y luego usaremos 25 gramos -1/4 taza-)
Muffins de cerezas y almendras
Muffins de cerezas y almendras

Preparación:

Precalienta el horno a 200º C.

Prepara una bandeja de muffins, con papeles de magdalenas o engrasándola.

En un bol pequeño, remoja las cerezas con agua caliente durante 10 minutos.

Mientras tanto, en un bol grande, tamiza la harina, el bicarbonato, el polvo de hornear, el azúcar y la sal. Remueve bien esta mezcla. Crea un volcán en el centro y agrega el yogur, la leche, el aceite y el extracto de almendras. Mezcla con una cuchara de madera hasta que esté todo integrado y agrega 75 gramos (3/4 de taza) de las almendras laminadas. Remueve bien de nuevo. Escurre las cerezas, añádelas a la masa y remueve para que se mezclen.

Rellena los moldes de muffins 3/4 partes de su capacidad. Da justo para los 12 muffins. Presiona con cuidado el resto de las almendras, repartiéndolas entre los 12 moldes. Hornea de 18 a 22 minutos o hasta que al insertar un palillo en el centro, salga limpio (puede tardar un poco más). Saca la bandeja con ayuda de unas manoplas, para no quemarte y pásalas con cuidado a una rejilla de repostería para que se enfríen.

Muffins de cerezas y almendras

Croquetas de garbanzos con salsa teriyaki

Croquetas de garbanzos con salsa teriyaki
Croquetas de garbanzos con salsa teriyaki

¿No sabéis qué hacer para la cena de Reyes? Pues estas croquetas (que son, en realidad, una especie de falafel, pero con los garbanzos cocidos en vez de crudos) con salsa teriyaki os pueden sacar del apuro, porque, si tenéis cocidos los garbanzos o los compráis de bote, se hacen en un pis pas. Si no tenéis cocidos los garbanzos y no queréis comprarlos de bote, puedes remojarlos en poco más de una hora, como conté en el post dedicado a las legumbres en la olla rápida. Una vez lavadas, pon las legumbres en una olla normal, añade agua para que las cubra unos 8 cm., lleva a ebullición y, una vez que hiervan, apaga el fuego, tapa la olla y deja reposar así durante 1 hora. Cuando transcurra la hora, ya las puedes usar. En olla rápida se cuecen en 14 minutos, con salida de vapor natural. ¿No sabes qué es? Lee este post donde explico cómo eliminar el vapor de la olla. La receta es de The Complete Guide to Even More Vegan Substitutions. Sí, tengo los dos que han sacado Celine Steen y Joni Marie Newman. Soy muy fan de las dos.

Ingredientes para 16 croquetas:

  • 3/4 cucharadita de almidón de maíz (Maizena, en España)
  • 75 ml (5 cucharadas) de agua
  • 2 cucharadas de azúcar
  • 2 cucharadas de sake (yo no tengo sake, pero tengo mirin y usé mirin)
  • 2 cucharadas de tamari o salsa de soja
  • 400 gramos de garbanzos cocidos
  • 1 cucharada de tahini o de mantequilla de cacahuete cremosa
  • 1 cucharadita de aceite de sésamo tostado
  • 1 y 1/2 cucharadas de panko o pan rallado normal
  • 1/4 cucharadita de bicarbonato sódico
  • 2 cucharaditas de zumo de limón
  • 1 diente de ajo grande muy picado
  • 2 cucharadas de chalotas muy picadas (yo usé dos chalotas y listo)
  • 2 cucharadas de perejil fresco o cilantro muy picados
  • 1/4 cucharadita de sal
  • 1 y 1/2 cucharadas de harina integral
  • Aceite de oliva para pincelar
Croquetas de garbanzos con salsa teriyaki
Croquetas de garbanzos con salsa teriyaki

Preparación:

En un bol pequeño, disuelve la Maizena en 1 cucharadita de agua. Ponlo en un cazo y añade 40 ml de agua (son 2 cucharadas más 2 cucharaditas) de azúcar, el sake o mirin y la salsa de soja o tamari. Cocina a fuego medio-alto hasta que sea un sirope, removiendo con frecuencia. Tardará unos 6 minutos. Reserva.

Precalienta el horno a 200º C. Prepara una bandeja con papel de hornear.

Pon los garbanzos en un robot de cocina y dale unos toques. No quieres hacer un puré, pero sí romperlos para que no quede ninguno entero. Ve parando y removiendo para que los de abajo no se hagan puré.

En un bol grande, bate 2 cucharadas de agua con el tahini o la mantequilla de cacahuete, el aceite de sésamo tostado y el zumo de limón. Añade los garbanzos, el ajo picado, la chalota, el perejil o el cilantro y la sal. Remueve bien para mezclarlo todo.

Ahora, añade el panko o el pan rallado normal, la harina integral y el bicarbonato sódico.

Remueve bien y amasa un poco. Divide la masa en 16 bolitas (como yo soy así, pesé la masa y cada bolita debía pesar 37,5 gramos: no soy tan exacta e hice unas de 37, otras de 40 y así). Pon las bolitas en la bandeja y echa aceite en spray o pincela. La masa es líquida, ojo, así que te puedes mojar las manos para hacer las bolitas si lo deseas. No chorreando, pero un poco húmedas y así no se te pega.

Mete en el horno 15 minutos. Saca la bandeja con ayuda de unas manoplas, para no quemarte y dale la vuelta a las croquetas. Hornea de 10 a 15 minutos más.

Saca y sirve con la salsa teriyaki.

Croquetas de garbanzos con salsa teriyaki

Galletas de jengibre y nueces

Y un domingo de calor, el día 4 para ser exactos, 4 de septiembre, a mí se me ocurrió encender el horno.

Esto es calor:

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Julio suele ser un mes malo en Extremadura. Malo de que yo recuerdo noches en que, de la desesperación, me acostaba en el suelo. Me levantaba con la espalda hecha cisco, pero era adolescente y no importaba porque se quitaba a los dos minutos. Ahora eso no puedo hacerlo por razones obvias así que tengo un ventilador. Y aire acondicionado. Pero, como también tengo una paranoia horrible con el ahorro de energía, el aire acondicionado solo lo usan mis gatos los martes. Cuando viene Paqui, que es la mujer que limpia mi casa porque yo me prometí a mí misma no volver a limpiar nunca más, y tengo que encerrar a los gatos en un cuarto. Me da miedo que les dé un jamacuco, así que le digo que ponga el aire. Por eso y para que Paqui no friegue con todo el calorato.

El resto del tiempo, uso el ventilador. Siempre.

Llevamos dos meses y pico de julio. Porque en agosto, a pesar de su mala fama, se podía vivir. Y lo mismo hasta usabas una rebequita, a finales. Pero no. Ahora ni en septiembre. Andamos todos empapados. Te duchas y el pelo no se seca nunca porque sudas otra vez. Ha habido tres días en que se nos ha dado un respiro. Tres días. Yo miro las sábanas y lloro: quiero arroparme con la sábana. Súmale un gato de siete kilos muy guapo y muy hermoso pero muy cariñoso y con mucho pelo que se sube encima de tu cuerpo para darte mucho amor. «Pues quítalo». Pues no, no lo quito, pobrecito. «Es que le tienes muy consentido». Pues sí. Cuando tú tengas gatos, me cuentas.

***

Yo, en mis vacaciones, quería cocinar. Cocinar mucho. Cocinar yuba, que es la piel de la leche de soja (como cuando se forma nata en la leche, pues eso mismo, pero en la leche de soja) y que sirve para hacer muchas cosas, entre ellas, pescado vegano. Que no va saber a pescado, pero lo quiero hacer. Hacer más clases de seitán. Hacer «pechuga de nopollo», de la Myoko. Muchas cosas.

Pues he comido ensaladas, otra vez. Con aguacate. Qué rico, el aguacate.

Y encendí el horno.

Porque una amiga muy amiga está embarazada y tiene unas náuseas de impresión. Así que el médico le dijo que comiera galletas de jengibre en trocitos pequeños por las mañanas. ¿Por qué? Ni idea. Pero me lo comentó, me dijo que las había estado buscando por todos los supermercados de Mérida infructuosamente y yo le dije: «Yo te las hago». «Sin canela». «Sin canela».

A Sandra no le gustan el chocolate ni la canela.

Yo la quiero igual. No la comprendo, pero la quiero mucho.

Me puse a hacer galletas, pues. A 42 grados. Con un par. Porque me sirven para poner algo dulce en el blog, porque en España somos unos gochos y los blogs que triunfan no llevan lechuga, sino cantidades asquerosas de mantequilla, azúcar y harina y huevos y oye, me como una también. Que desde que estoy tan sana que doy asco y me he quitado el azúcar del café (por cierto, lo bien que enmascara el azúcar, oye, y qué café de mierda bebemos en la mayoría de los bares), es que no como dulces salvo en los cumpleaños. Y yo comería dulces a todas horas, por muy insanos que sean.

Así que hice galletas. Le hice estas galletas (y aproveché para actualizar el post con el peso en gramos) y estas otras que voy a poner aquí debajo y que quedan así:

Es decir, quedan cada una de su padre y de su madre, que es como quedan las galletas caseras. Inmensamente ricas, pero irregulares. Y eso que aquí he puesto las más monas.

Se vino un amigo mío que además de ser comunicador audiovisual es cocinero. Pero en la Escuela Superior de Hostelería y Agroturismo de Extremadura no enseñan nada vegano. Los cortes de la carne y el pescado, todos. Las legumbres, poco. Las verduras, de guarnición. Viva la dieta mediterránea, esa que pensamos que seguimos todos y que es sanísima. Del tema que nos ocupa, solo ha hecho una clase de galletas: de mantequilla. Que a ver qué ciencia tienen las galletas de mantequilla, si son las primeras que yo hice y repetí y repetí y repetí porque son hipermegafáciles y con unos moldes salen igualitas. Ya sabéis: la mantequilla y el huevo son imprescindibles y no se pueden replicar…

¡Anda, unas galletas sin huevo!

Por cierto, están tomadas, pero tuneadas, porque ya me atrevo con estas cosas, del Vegan cookies invade your cookie jar.

Ingredientes para unas 24 galletas:

  • 260 gramos (2 tazas) de harina de trigo normal
  • 1/2 cucharadita de bicarbonato sódico
  • 1/2 cucharadita de sal
  • 1/4 cucharadita de nuez moscada molida
  • 130 gramos (2/3 taza) de aceite de girasol alto oleico
  • 150 gramos (2/3 taza) de azúcar blanquilla
  • 100 gramos (3/4 taza) de azúcar moreno
  • 75 mililitros (1/3 taza) de leche vegetal (yo usé de avena)
  • 1 cucharada de semillas de lino molidas
  • 150 gramos de nueces picadas
  • 1 y 1/2 cucharaditas de jengibre molido
  • 2 cucharaditas de extracto de vainilla

Preparación:

Precalienta el horno a 180ºC. Esto lo pone siempre al inicio de todas las recetas de repostería pero, o la gente trabaja muy rápido, o yo soy muy lenta, así que yo precaliento cuando las galletas están a punto de hacerse (es decir, cuando voy a hacer la masa). Prepara dos bandejas con papel de hornear.

En un bol, tamiza, juntos, la harina, el bicarbonato, el jengibre en polvo, la sal y la nuez moscada.

En otro bol o en el vaso de la batidora, bate con varillas el azúcar, el aceite, el azúcar moreno, la leche vegetal y el extracto de vainilla. Cuando esté bien batido, échalo en el bol de la harina y mezcla con una cuchara de madera hasta que no veas harina en la mezcla. Cuando esté casi mezclado del todo, agrega las nueces picadas.

Ahora, forma montoncitos con una cuchara (yo tengo una cuchara expulsora de helado, que viene genial para estas cosas). Separa los montoncitos unos 5 cm. porque se expandirán. Hornea 14 minutos (esto depende de cómo te gusten las galletas: yo unas las dejé 14 y otra tanda 16, porque depende de si te gustan blandas -es decir, gomosas, no blandas como un bizcocho- o duras. A mí me gustan duras, pero a Sandra le gustan blandas y al fin y al cabo, salvo un par que nos comimos para probarlas, se las va a comer ellas.

Se meten en una lata de galletas bien hermética. Y se pueden congelar. Sí. Se congelan envueltitas en papel film, una por una. Para descongelar, se dejan fuera del congelador sin el papel film pero envueltas en papel de cocina para que absorba la humedad. Y quedan de muerte. Sí, he comido galletas congeladas (una vez descongeladas, tampoco soy tan ansia).

Las galletas, recordad, son repostería. Por muy caseras que sean.

Galletas de jengibre y nueces

Magdalenas de tomates secos

Esto es un tuneo de una receta de Kathy Hester, que es otra de mis varias cocineras veganas favoritas. Están riquísimas frías o templadas, así que pueden ser una buena opción para llevarte una en el bolso, bien envuelta, si vas a uno de esos sitios perdidos en los que solo puedes pedir una ensalada para comer y el camarero no entiende que la quieras sin atún. Repito pocas recetas de este blog, porque hay tantas por hacer que me he tirado cuatro años con la alimentación más variada que he tenido en mi vida. Pero esta cae de nuevo veinte veces más fijo.

Ingredientes para 12 magdalenas:

Ingredientes secos:

  • 2 tazas (250 gramos) de harina de trigo integral
  • 1 cucharadita de polvo de hornear (es decir, lo que en España llamamos «levadura Royal»)
  • 1/2 cucharadita de bicarbonato sódico
  • 1/4 cucharadita de sal

Ingredientes húmedos:

  • 1 y 1/2 tazas (270 gramos) de alubias blancas cocidas, enjuagadas y escurridas si son de bote. Yo nunca uso de bote.
  • 1 taza (235 ml) de leche vegetal. Yo usé de avena, que es la que siempre tengo en casa.
  • 2 cucharadas de semillas de lino molidas (pesadas molidas, 15 gramos) mezcladas con 1/4 de taza (60 ml) de agua caliente. Deja reposar esta mezcla 10 minutos.
  • 2 cucharadas de aceite de oliva
  • 1 taza de tomates secos en aceite (esto no lo pesé en gramos: lo hice a ojo)
  • 1/2 cucharadita de orégano seco
  • 1/4 cucharadita de romero seco
  • 1/4 cucharadita de copos de chile
  • 1/2 cucharadita de pimienta negra
  • 1 taza (25 gramos) de hojas de albahaca fresca picada

Preparación:

Precalienta el horno a 180º C.

Engrasa un molde de muffins de 12 cavidades. También puedes usar papel de magdalenas. O moldes de silicona. Lo que tengas.

Mezcla los ingredientes secos en un bol.

Bate bien los ingredientes húmedos. Yo lo hice en el robot de cocina.

Ahora, echa los ingredientes húmedos en el bol de los ingredientes secos. Agrega el tomate bien picado y la albahaca bien picada y remueve. Tienes que mezclarlo todo con una cuchara de madera hasta que no veas harina, con movimientos envolventes. Se tarda nada y menos.

Rellena con esta mezcla, que queda compactita, los moldes de las magdalenas. Yo usé una cuchara de helado de las que tienen expulsor, pero puedes usar dos cucharas para ayudarte, también. Hornea de 20 a 30 minutos, hasta que una brocheta en el centro salga limpia. Yo lo tuve algo más de treinta minutos porque cada horno es un mundo. No os olvidéis del temporizador. Muy importante para que no se quemen las cosas. Nunca confiéis en vuestra cabeza.

Pero vamos, que lo digo por decir, porque a mí nunca se me ha quemado la comida

Magdalenas de tomates secos

Chai spice snickerdoodles – Galletas especiadas craqueladas

Las snickerdoodles son unas galletas que están rebozadas en azúcar y cuya superficie se craquela. Lo de chai viene porque es una palabra que se usa para referirse al té, a un té aromatizado con hierbas y especias. Estas galletas llevan una pizquita de clavo, cardamomo en cantidades industriales (industriales para mí), canela (que nunca está en cantidades industriales porque yo la amo locamenti) y jengibre. Estaba buscando galletas para el desayuno que no tuvieran aceite de palma y que estuvieran ricas. Una empresa complicada: cuando he mirado los ingredientes de las galletas en el supermercado, o tenían grasas vegetales (de palma, que suelen ser) o las que llevaban aceite de girasol eran sin sal, sin azúcar y casi sin galleta. Como desayuno en el trabajo, no me puedo llevar un trozo de pan. Porque a mí el pan por la mañana me gusta tostado. Y no voy a acarrear con el tostador, el tomate, el rallador… Así que rebusqué en mis chorrocientos libros de cocina vegana y eliminé (mentalmente) las que llevan margarina. Lo de experimentar con la stevia lo dejaremos para otra ocasión. Sí: la receta es de Isa Chandra Moskowitz, de su libro Isa does it, que no sé qué hacéis que no lo compráis. ¿Que coméis carne? ¿Y qué más da? ¿Vosotros sabéis lo ricas que están las galletas de esta señora? ¿Lo rica que está la comida entera de esta señora? Esta mujer es la mujer que consiguió que yo asara un pimiento, señores. Yo. Pimiento. Palabras antagónicas. Pues lo asé y me lo comí, porque venía en una receta suya. Eso sí: sin pimiento hubiera estado mucho mejor…

Ingredientes para 20 galletas bien hermosas:

Para el rebozado:

  • 55 gramos de azúcar
  • 3/4 cucharadita de cardamomo molido
  • 1/4 cucharadita de jengibre molido
  • 1/4 cucharadita de canela molida
  • Una pizca de clavo de olor molido

Para las galletas:

  • 108 gramos de aceite de girasol
  • 210 gramos de azúcar
  • 87 gramos de sirope de arce
  • 45 gramos de leche vegetal (yo usé de avena)
  • 2 cucharaditas de extracto de vainilla
  • 300 gramos de harina
  • 1 cucharadita de bicarbonato sódico
  • 1/4 cucharadita de sal
  • 1/2 cucharadita de canela molida

Preparación: 

Precalienta el horno a 180ºC y prepara dos bandejas con papel de hornear.

Para el rebozado:

Mezcla todos los ingredientes muy bien y ponlos en un plato hondo.

Prepara las galletas:

Echa el aceite, el azúcar, el sirope de arce y la leche en un bol. Ahora, bate con un tenedor (o con la batidora con el accesorio de varillas: no con las cuchillas. Regla nemotécnica: Varillas=batir. Cuchillas=triturar) hasta que todo esté maravillosamente bien integrado y no veas el aceite por un lado y el resto por el otro. Al menos bate vigorosamente durante un minuto. Hay una reacción química cuando el aceite y el azúcar se baten, así que no seas perezoso.

Añade ahora la vainilla. Mezcla bien.

Tamiza la harina, el bicarbonato, la sal y la canela. Agrégalos al bol con los líquidos y mezcla con un tenedor. Mezcla muy bien hasta que no haya restos de harina. Ahora, mete las manos en el bol, bien limpias. La masa no se pega.

Haz bolas del tamaño de una nuez. Yo tengo una cuchara de la de los helados, con una capacidad de 1 cucharada de masa y han salido unas galletas tremendas de grandes. Así que, si las haces a mano, no te pases añadiendo masa. Cuando hagas la primera bola, ponla en el plato hondo del rebozado. Aplástala con la mano (no, no va a quedar uniforme del todo: esto es casero y cada galleta sale de una manera o de otra). Ahora, ponla en la bandeja de hornear con el lado del azúcar especiado hacia arriba. Se despegan bien de las manos, aunque se deforman un poco: por eso cada una es de su padre y de su madre. Haz lo mismo con el resto de la masa. Sepáralas entre sí, las galletas, porque se expanden que no veas. Ya verás si necesitas más bandejas o menos: yo meto una bandeja cada vez y, si necesito más (que necesité otra para dos galletas que no iba a tirar), uso el mismo papel mientras se hornea la otra tanda.

Ahora: la receta de Isa Chandra dice: hornea de 10 a 12 minutos. Cada horno es un mundo y depende del tamaño de las galletas. Si son pequeñitas, con este tiempo tendrás suficiente. Tampoco importa demasiado, siempre que estén hechas, porque estas galletas tienen la particularidad de que, si las dejas poco hechas, están blanditas y, si las dejas hacerse un poco más, se quedan duras y crujientes. Yo no tengo problema porque me gustan de las dos maneras. Pero necesité 17 minutos, porque mi horno va a pilas… y porque cometí el craso error de no usar el termómetro del horno. Je. En fin.

Sácalas, déjalas reposar en la misma bandeja en la que se han horneado durante 5 minutos y luego pásalas a una rejilla para que se enfríen ya del todo.

Chai spice snickerdoodles – Galletas especiadas craqueladas

Bizcocho vegano de chocolate

Chocolate Love Cake es el nombre original de este bizcocho. Es negro negro, no es dulce, tiene el puntito amargo del chocolate y es jugoso hasta decir basta. Fue el primero que voló de los tres que hice el 25 de junio para llevarlos al día siguiente al trabajo. Cumplía 37.

Sticky Fingers’ Sweets es un libro de la Sticky Fingers’ Bakery, una pastelería vegana que comanda Doron Petersan. Yo, que soy adicta a los libros americanos de cocina (bien editados, bien planteados, con recetas sólidas que no fallan) me lo compré enseguida. No sé para qué, porque estoy a dieta y me quedan 15 kilos por perder, que después de la cantidad de bizcocho que comí más bien serán unos 17.  Sí: hice bizcochos. Hasta la una de la mañana horneando bizcochos. En Extremadura. Con este calor. Con lo bien que me podría haber ido yo a una pastelería. Hice tres bizcochos, pero dos no eran veganos y no los voy a colgar aquí… Más que nada porque pretendo repetirlos pero en su versión vegana. El problema es que, salvo en algún macrocentro comercial, no puedo encontrar margarina sin grasas hidrogenadas. Así que opté por hacer esta versión que incluía, como grasa, el aceite. Alguna persona ducha sabrá cómo sustituir la margarina por aceite vegetal, pero yo no tengo tanta mano con la cocina.

Para 2 bizcochos de 20 cm de ancho o 18 cupcakes o un molde de bundt (el que tengáis)

Ingredientes:

  • 260 gramos de harina de repostería tamizada
  • 285 gramos de azúcar
  • 85 gramos cacao en polvo americano tamizado
  • 2 cucharaditas de bicarbonato sódico
  • ½ cucharadita de sal
  • 1 y ¼ (290 gramos) tazas de agua
  • 1/3 taza (64 gramos) de aceite de girasol
  • ½ taza (114 gramos) de café frío
  • 1 cucharadita de extracto de vainilla
  • 1 cucharada de vinagre (recomendado: vinagre de manzana)

Aclaración: Para saber más sobre el cacao tipo americano y por qué el cacao europeo no sirve, pinchad aquí.

Preparación:

Precalienta el horno a 180ºC.

Engrasa dos moldes de 20 cm con papel vegetal o enmantequíllalos y enharínalos.

Mezcla la harina tamizada, el azúcar, el cacao, el bicarbonato y la sal en un bol.

En otro bol pequeño, mezcla el agua, el aceite, el café y el extracto de vainilla.

Añade los ingredientes húmedos a los secos y mezcla hasta que estén integrados, pero sin batir demasiado la mezcla.

Incorpora el vinagre hasta que empieces a ver cómo la masa cambia de color. El vinagre crea una reacción química, así que tienes que mezclarlo un poco en la masa, haciendo remolinos. La masa necesitará calor, así que tienes unos pocos segundos, una vez que has mezclado el vinagre, hasta que la reacción química comience. No lo mezcles demasiado: para cuando veas que algo de la masa cambia de color por la acción del vinagre: no pretendas que toda la masa cambie de color y no sobrebatas, porque entonces te cargarás la masa. Lo que hice fue echar el vinagre, dar unas vueltas (es cierto: cambia de color) y echar la masa en el molde. Yo no hago las cosas muy rápidamente en la cocina, pero el bizcocho subió. Eso sí: lo hice lo más rápido que pude, no dejé la masa reposando: mezclé, llené el molde, abrí el horno y adentro.

Distribuye la masa en los dos moldes y hornea de 20 a 25 minutos, hasta que el bizcocho vuelva a su posición inicial si lo aprietas por el centro con el dedo. Pon el molde en una rejilla hasta que se enfríe completamente y luego desmóldalo con la ayuda de un cuchillo, pasando un cuchillo por los bordes.

Si vas a hacer cupcakes, rellena 18 moldes a ¾ partes de su capacidad y hornéalos de 16 a 19 minutos, hasta que un palillo insertado en el centro salga limpio. Ponlos en una rejilla y, cuando estén fríos, sácalos del molde.

Si vas a hacer un bundt cake, como es más grande, hay que aumentar los tiempos. Yo lo tuve unos 50 minutos, pero a partir de los 45, como cada horno es un mundo, ve comprobando si está. En un bizcocho vegano, la comprobación es la misma que en cualquier otro bizcocho. Se inserta un palillo o la punta de un cuchillo fino y, si sale limpio, es que está listo. Se saca del horno, se deja reposar diez minutos dentro del molde y luego se desmolda. Para desmoldar bien un bizcocho en un molde de bundt, se pone un plato (no olvidéis los guantes) encima del molde (por la parte por la que se ve el bizcocho, claro), se le da la vuelta y luego se deposita con mucho cuidado -los bizcochos calientes están blanditos y se pueden romper, pero yo soy una inútil en la cocina y nunca se me ha roto ninguno, así que no tengáis miedo- encima de una rejilla. Hay que observar que no haya corrientes de aire en la habitación para que el bizcocho no se seque.

Cuestiones:

Yo no hice ni cupcakes ni dos bizcochos. Así lo dice en la receta original, en la que luego usa un frosting para rellenarlo. Yo, como veis en las fotos, preparé un molde de bundt cake y lo horneé ahí. Para preparar el molde de bundt cake hay que enmantequillarlo (con margarina) y enharinarlo. Lo mejor es usar margarina derretida y harina juntas: una cucharada de margarina y una de harina, se mezclan en un bol y se usa un pincel de pincelar para preparar bien el molde y que no se pegue nada.

No se puede usar otra clase de grasa para hacerlo. Lo comprobé, porque intenté con aceite y adiós bizcocho. De los errores se aprende.

Y hubo otro error: ¿Qué ocurre si lo hacemos con harina, como yo hice? Pues que el bizcocho, en algunas partes, queda blanco. Así que el truco (como siempre, esto lo leí luego) es hacer lo mismo, pero en vez de con harina, con margarina y cacao. Así el bizcocho queda todo del mismo color. Si os fijáis en las fotos, lo blanco se aprecia y no queda bonito. Por eso le eché cantidades ingentes de azúcar glas por encima. Para que no se notara. El azúcar glas, si lo usamos para decorar, hay que espolvorearlo con un colador: si no, queda horroroso de feo. Y no nos vamos a pasar una hora y pico haciendo un bizcocho para luego ponerle pegotones feos de azúcar encima.

Bizcocho vegano de chocolate

Brownie de frambuesa y chocolate

Hace mucho, mucho tiempo, una amiga y yo quedamos en irnos de cena. Mucho tiempo son dos años. Todos los veranos, un grupo de periodistas nos reunimos para cubrir el Festival de Mérida en un bar en el que ponen un «menú de Festival» francamente penoso. Mi amiga es de La Serena, conocida por sus famosos quesos (aunque poner esto en un blog vegano no pega nada). Llevamos dos años «haciendo una cenita» en su casa, con productos de La Serena. Yo quedé en llevar un brownie. E hice dos, por aquello de no llevar algo que no hubieras hecho anteriormente. La receta es de Isa Chandra Moskowitz.

El problema con los brownies (o el problema que yo tengo con los brownies, que en lo de la repostería no estoy nada ducha) es que no sé cuándo están hechos. Si metes un palillo, ha de salir masa. Pero claro… ¿ha de salir «un poquito» de masa, unas miguitas pegadas al palillo, o ha de salir el palillo chorreando chocolate? El primero se me horneó de más. Pero, en contra de lo que dicen todos (que no se puede comer un brownie sobrehorneado), lo cierto es que está muy bueno… o es que yo no tengo un paladar excesivamente gourmet, que también puede ser. El siguiente lo dejé menos tiempo… y puse un termómetro de horno. Está más jugoso. Debería hacer tres o cuatro más, pero al final siempre acabo probándolo y teniendo en cuenta que estoy intentando adelgazar, cena y brownie ya son demasiadas transgresiones como para practicar brownie tras brownie a ver si le cojo el punto…

Estas son las dudas de la principiante… Dudas que se me solucionaron cuando leí el libro de la pastelería Fat Witch de Nueva York, de la que tengo su libro de brownies. Pero lo leí un día después de haber horneado los brownies… Sí, soy así.

Ingredientes:

  • 115 gramos de chocolate negro, picado
  • 1/2 taza (167 gramos) de mermelada de frambuesa. La escogí Diet, de La Vieja Fábrica. Porque era la que había, oye.
  • 1/2 taza (103 gramos) de azúcar. Mi azúcar no es blanquilla, es ecológica y tiene granos más gordos, así que posiblemente la media taza de azúcar blanquilla pese bastante más. Con esta medida no queda muy dulce. Si os gustan las cosas muy dulces, añadid más.
  • 1/2 taza (123 gramos) de puré de manzana (el puré de manzana se hace poniendo manzana a cocer con un chorrito de zumo de limón y poca agua. Se tapa, se deja cocer hasta que las manzanas estén blandas y se pasa por la batidora. Se puede congelar).
  • 2 cucharaditas de extracto de vainilla
  • 1/2 cucharadita de extracto de almendra
  • 1 taza (136 gramos) de harina de repostería
  • 1/2 taza (66 gramos) de harina integral de trigo
  • 1/4 taza (30 gramos) de cacao en polvo (no Cola-Cao, cacao puro)
  • 1/4 cucharadita de polvo de hornear (levadura Royal)
  • 1/2 cucharadita de bicarbonato sódico
  • 1/4 cucharadita de sal
  • 1 taza (100 gramos) de frambuesas congeladas, sin descongelar


Preparación:

Precalienta el horno a 180º C. Engrasa un molde cuadrado de 20 cm de lado con margarina. Ponle papel de hornear (lo de la margarina impide que el papel se mueva: yo no lo hice y aquello bailaba que daba gusto) y engrásalo ligeramente con margarina derretida. Espolvorea harina en la superficie (sin pasarse: estamos enharinando el molde, no creando una capa de harina: tira la que sobre si te pasas).

Derrite el chocolate troceado al baño María y reserva.

En un bol grande, mezcla juntos la mermelada, el azúcar y el puré de manzana. Yo lo batí con una batidora de varillas hasta que todo se integró bien.

Tamiza la harina, el cacao en polvo, el polvo de hornear, el bicarbonato y la sal en un bol. Mezcla bien con una espátula de silicona o una cuchara de madera.

Agrega la mezcla de harina y cacao al bol de la mermelada y el puré y mezcla. Yo usé una espátula de silicona fuertecita. La masa queda dura como una piedra, ojo. Pero hay que darle a los brazos hasta que se integre bien y no se vea la harina. Agrega ahora las frambuesas congeladas y dale unas vueltas.

Ahora tenemos que echar la masa en el molde. Como buenamente se pueda. Yo la eché toda en el centro, raspando las paredes del bol con la espátula de silicona. Luego, con una espátula de repostería bien mojada en agua cada vez, la fui extendiendo por el molde, también como pude. Si sois muy duchos, lo mismo os queda todo lisito y mono: a mí no me quedó así.

Hornea de 16 a 18 minutos. Un palillo debe salir húmedo de masa aún, porque se terminará de hacer fuera del horno. Sacas el molde, lo dejas encima de una rejilla diez minutos, desmoldas y cuando se enfríe, se guarda en la nevera. Hay quien lo congela y luego lo calienta 20 o 30 segundos en el microondas, supongo que una vez descongelado. Esto yo no lo he hecho, pero sí lo metí en la nevera.

¿Cómo saber si un brownie está hecho?

Este punto es muy importante. Si uno introduce un palillo y sale el palillo chorreando masa, al brownie le falta horno. Si uno introduce un palillo y el palillo sale seco, te has pasado horneando. Si uno introduce un palillo y en el palillo aparecen miguitas de masa, saca el brownie del horno ya. Así te quedará jugoso por dentro.

Si te has pasado de horno, no lo vayas a tirar. Está bueno igual, te lo garantizo. Bueno, tampoco es que yo tenga un paladar muy delicado…

Brownie de frambuesa y chocolate

Falafels de calabaza y garbanzo con salsa de yogur y pepino

Lo reconozco. Me han gustado estos falafel, pero echo de menos ese crujido que tienen cuando están bien fritos en abundante aceite. Supongo que pasa lo mismo que si hacemos unas croquetas al horno. Todo sea por no llenar de más grasas de las necesarias mi organismo y, qué demonios, aunque quisiera llenarlo, no tengo freidora. Sí: podría freír en una sartén, pero a mí más de media cucharada de aceite en la sartén ya me parece que algo está nadando en aceite y lo veo un desperdicio. Se hacen al horno. Se tarda un poquito, porque primero hay que asar la calabaza, pero el resultado merece la pena. Usé, para medir, una cucharada de helado que tengo y que ocupa, justo, la medida de una cucharada americana. Las cucharadas de helados para cualquier masa son geniales, porque todas las piezas se hacen por igual. Eso sí: mi horno calienta más por un lado que por el otro, así que, si esto os ocurre también a vosotros, dadle la vuelta a la bandeja a mitad de cocción y listo.

La receta la he cogido del libro Mi primera comida vegetariana, de Alice Hart.

Para 16 falafels

Ingredientes para los falafels:

  • 500 gramos de calabaza, sin pepitas y troceada
  • 2 cucharadas de aceite
  • 300 gramos de garbanzos cocidos y escurridos
  • 2 dientes de ajo picados en trozos grandes
  • 1 cucharadita de bicarbonato sódico
  • hojas de perejil picadas
  • hojas de cilantro picadas
  • 1 cucharadita de coriandro molido
  • 1 cucharadita de comino molido
  • sal
  • pimienta negra

Ingredientes para el yogur de pepino:

  • ½ pepino pelado, sin pepitas y rallado grueso
  • 300 gramos de yogur natural espeso (yo usé yogur de soja)
  • 1 cucharada de zumo de limón (yo le puse lima)
  • sal
  • pimienta

Preparación:

Precalienta el horno a 200ºC. Unta los trozos de calabaza con una cucharada de aceite de oliva. Salpimenta generosamente. Colócalos en una bandeja de horno y ásalos durante 35 minutos, hasta que la calabaza esté tierna y caramelizada. Deja enfriar.

Introduce los garbanzos bien escurridos en el vaso de la batidora con el ajo, el bicarbonato, el perejil y el comino en hojas picadas, el coriandro y el comino. Tritura todos los ingredientes. Si es necesario, raspa las paredes con una espátula para que todo se integre bien. Cuando la mezcla forme una pasta grumosa, ponla en un bol.

Chafa los trozos de calabaza asada y ya fría con un tenedor e incorpórala a los garbanzos. Mézclalo todo y déjalo enfriar 30 minutos en la nevera.

Con una cuchara, haz bolas con la pasta y colócalas en una bandeja de horno forrada con papel antiadherente. Deja un espacio entre ellas para que no se peguen. Rocía con el resto del aceite y asa al horno, entre 15 y 20 minutos a 200ºC., hasta que la parte inferior de los falafels esté dorada. Yo los tuve 30 minutos, porque me pareció que estaban blandos.

Para preparar el yogur, coloca el pepino rallado en un colador o un tamiz y salpimenta. Déjalo escurrir unos 20 minutos. Aclara con abundante agua y deja escurrir en un plato de cocina limpio. Mezcla el pepino con el yogur y el zumo de limón y salpimenta al gusto. Sirve este yogur de pepino con los falafels. Acompáñalo con una ensalada de hojas verdes.

Como vivo sola, he congelado los falafels en porciones de cuatro (así tengo para cuatro comidas) y he aliñado la ensalada verde con un poquito de sal y el yogur de pepino.

Falafels de calabaza y garbanzo con salsa de yogur y pepino