Puré de calabaza y zanahoria con leche de coco

El 27 de octubre, con los nervios de los primeros encuentros, por las calles de Madrid caminó, hasta llegar a la librería Lé, o a donde fueran antes, el chico que no sabía querer ni cuidar después de haberse hecho al menos 6 u 8 horas de viaje para querer y cuidar. El mismo del no me abraces y no me toques se fue a abrazar y a tocar a Madrid y demostró que sí sabe querer y sí sabe cuidar y sí sabe tocar y abrazar y es capaz de gestos grandilocuentes cuando alguien le importa y cuando alguien le interesa.

Ese alguien nunca fui yo. Ni por los textos que le escribí en una libreta, ni por las veces que compartí lo que hacía: fotos, poemas, libros, entrevistas. Yo compartía, pero nunca sellé nada: ni un gracias por darme un contacto, por ayudarme a maquetar, a corregir día tras día cinco veces seguidas los mismos textos, por llevarme aquí y allá, por aquella foto con Gamoneda, por escuchar y escuchar y escuchar, no voy a poner una foto tuya en Facebook, no voy a leerte, no me gusta que me toquen, yo no sé cuidar.

Hasta que descubrí que sí sabía pero no quería porque no se cuida a un instrumento. Un instrumento se usa y se guarda o se usa y se tira. No es más que un objeto y no vale nada. Por muy funcionales que sean, las cosas no existen. Son solo cosas.

El objeto llora durante una semana todos los días y a todas horas desde que se da cuenta de que el sujeto sí que sabe cómo cuidar y sí que sabe cómo querer y sí que sabe demostrarlo con muchos transportes y mucho dinero. El objeto no duerme bien. El objeto se devasta. El objeto no quiere salir de casa, pero sale y va a una gala que debería haber sido bonita pero llora de nuevo por la noche y se va. No quiere cocinar, pero cocina. Quiere comerse todas las tartas de zanahoria de la tierra, pero hace purés, porque tiene que adelgazar porque el objeto sabe que no es bonito y que no vale nada y que lo mismo si adelgaza puede ser más bonito o por lo menos no ser tan feo. Y deja de escribir y luego escribe porque escribir es la mejor manera que tiene de sacarse el dolor. Escribir y los amigos: Cristina, Chema, Israel, Ángel, Chose, Pupe, Julio, David, Pablo. Y compra verduras y pela calabazas y pone aceite a calentar a fuego medio y congela tuppers e intenta calmar las taquicardias e intenta no llorar todos los días. Y hace purés y se inventa una sopa pero no tiene ganas de hacer las fotos porque no sabe qué contar porque nada de lo que ha escrito ha servido de mucho y también tiene miedo de quedarse siempre así, porque ya ha pasado mucho tiempo.

Así que hace un puré y compra soja texturizada y cocina aunque no tenga ganas y llena los dos congeladores porque noviembre es el mes de su fin de año y porque hay que comer y es mejor no sentirse pesada y no jugársela con la colitis ulcerosa.

Y cualquier cosa caliente en invierno y cualquier cosa con calabaza, zanahoria y leche de coco está rica.

Ingredientes para 5 raciones grandes:

  • 1 kg de calabaza cacahuete pelada y picada en cuadritos
  • 1 cebolleta mediana a cuartos (la mía pesaba 120 gramos)
  • 2 dientes de ajo pelados y sin el germen
  • 300 gramos de zanahorias peladas y picadas a cuadritos
  • Un bote de 400 ml de leche de coco
  • Un trocito de jengibre pelado
  • 3 cucharadas de aceite de oliva
  • 1 cucharadita de sal
  • 60 ml de agua

Preparación:

Calienta el aceite 1 minuto a 120º C y velocidad 1. Agrega la cebolla, el jengibre y el ajo y programa 5 minutos a 120º C y velocidad 1.

Ahora tendrás que picar en tandas la zanahoria y la calabaza, porque es mucha cantidad. Pícalas a velocidad 5 durante 1 minutos. Luego, añade el agua y programa 5 minutos a 100º C y velocidad 1, que así se sofríen/cuecen y se pican más.

Añade la leche de coco y programa 15 minutos a 120º C y velocidad 3.

Haz puré con unos toques de Turbo y listo.

No tengo MyCook:

Pon una cacerola grande a calentar a fuego medio y añade el aceite. Cuando el aceite esté caliente, agrega la cebolla y sofríe 5 minutos. Luego añade el ajo y el jengibre y sofríe 1 minuto más. Agrega la calabaza y la zanahoria y dale unas vueltas durante 5 minutos, removiendo de vez en cuando. Si ves que se va pegando, baja el fuego y añade un poco de agua para desglasar el fondo de la cacerola. Agrega la leche de coco y la sal, lleva a ebullición, tapa la olla parcialmente (casi del todo), baja el fuego y deja cocer 15 minutos o hasta que la verdura esté tierna. Mete una batidora de inmersión para hacer el puré y listo.

Puré de calabaza y zanahoria con leche de coco

Chermoula hummus

Pan con chermoula hummus
Pan con chermoula hummus

Este hummus lleva limón encurtido. Yo lo he comprado en la sección internacional del Carrefour, pero os he adjuntado la receta de Mercado Calabajío para que lo podáis hacer, si queréis. Lo vi en el libro V Street (me gasto el dinero en libros de cocina), de Rich Landau y Kate Jacoby, que son los dueños del restaurante Vedge, uno de los restaurantes veganos con más fama del mundo. Yo sigo probando hummus para deciros lo que ya sabéis: que, como el del Candle Café, no hay ninguno. Por muy buenos que estén todos los demás.

V Street
V Street

La chermoula es una salsa marroquí que sirve para macerar. En cada casa se hace de una manera, pero como base ha de llevar ajo y cilantro. Luego ya le puedes meter las especias que quieras.

Ingredientes para algo más de medio kilo de hummus:

  • 250 gramos ( 1 y 1/2 tazas) de garbanzos cocidos
  • 120 ml (1/2 taza) de agua caliente
  • 70 gramos (1/3 taza) de aceite de oliva virgen extra
  • 65 gramos (1/4 taza) de tahini
  • 1/4 taza de cilantro fresco picado
  • 2 cucharadas de perejil fresco picado
  • 2 cucharadas de cebolleta muy picada
  • 2 cucharadas de zumo de limón
  • 2 cucharaditas de ajo picado
  • 1 cucharadita de limón en conserva picado
  • 1/2 cucharadita de sal
  • 1/2 cucharadita de comino molido
  • 1/2 cucharadita de jengibre fresco picado
  • 1/8 cucharadita de pimentón ahumado
  • Unos toques de pimienta negra recién molida
Chermoula hummus
Chermoula hummus

Preparación:

Remoja los garbanzos en el agua caliente 5 minutos para suavizarlos, sobre todo si son de bote. Ahora, sin escurrir, ponlo todo en la batidora y bate. Yo lo hago en un robot de cocina porque me gusta con textura arenosa, pero lo podéis poner lo cremoso que queráis.

Luego se unta en una tostada o en pan de pita o se sirve con crudités. Si hablamos de opciones alimentarias, mejor con crudités que con pan.

El pan que veis ahí es de la Ecotahona del Ambroz. Es pan blanco y no integral porque se lo encargué a una amiga y se lió. En Extremadura no hay mucha tradición de pan integral. Luego vas a Portugal y todo el mundo muere con el pan de allí, que es semiintegral en la mayoría de los sitios. Pero regresan a España y dicen que el pan integral sabe a paja y a pasto. Luego van a Galicia y también: qué rico el pan gallego. Y así: es pasar las fronteras (ficticias) de Extremadura y la mente cortocircuita y el pan integral es paja. Yo lo amo y cada vez más. De hecho, cada vez me gusta más integral: panes que antes no aguantaba por su acidez, como el alemán de centeno, ahora me parecen manjares exquisitos…

Creo que en España no se sabe comer pan. Se pone la barra de pan industrial ahí, encima de la mesa y, hasta que no se acaba, no paras. Del pan integral de la Ecotahona no te puedes comer la barra, porque estallas. Es para comer un trocito pequeño. Y no en todas las comidas, porque habría que primar los hidratos de calidad (siempre en su versión integral, salvo que no se pueda: por ejemplo, un risotto con arroz integral es el mal). Vamos, que el pan no es para ponerse púo ni es la base de la alimentación, por mucho que lo digan las pirámides alimentarias de sociedades científicas. No hagáis caso de esa pirámide, que es una vergüenza.

Chermoula hummus

Quinua con pistachos y pasas

Quinoa con pasas y pistachos
Quinoa con pasas y pistachos

Hace algún tiempo, estuve en Sevilla y Gema me llevó al mercado del Arenal para comer en Veganitessen. Por qué no vivo en Sevilla es algo que me he preguntado desde que acabé la carrera, pero ya no la echo de menos tantísimo como antes, porque en Mérida he descubierto mi lugar. Allí, un chaval muy amable que vendía productos ecológicos y artesanales (cosas que no significan «vegano»), me vendió quinoa sevillana. Ahora, en una de mis fruterías, la tienen salmantina. A mí me da igual de dónde sea, siempre que sea española y que su lugar de cultivo esté cerca (es decir, para qué voy a comprar de Galicia teniendo de Sevilla, que está más cerca). Por cierto, ya que hablo de Galicia, aprovecho para poner música. Es que adoro a esta mujer. Se llama SES. Y esta canción es muy bonita. Sí, compro quinoa sevillana o castellana, pero pongo música gallega en lugar de flamenco. Soy así de mestiza.

La primera canción que le canté a mi sobrino fue en gallego. A Carolina. Yo no sé gallego, pero me sé algunas canciones en gallego. Aunque ahora vamos a preparar quinua sevillana. En olla rápida. La receta es de Jill Nussinow.

Ingredientes para 3 raciones:

  • 1 o 2 cucharadas de aceite de oliva
  • 2 chalotas picaditas o 1/2 cebolla grande picada
  • 1 diente de ajo muy picado
  • 160 gramos (1 taza) de quinoa, enjuagada y escurrida
  • 1 cucharadita de cardamomo molido
  • 70 gramos (1/2 taza) de zanahoria a rodajas muy finas
  • 300 ml (1 y 1/4 tazas) de caldo vegetal (yo cojo 300 ml de agua y le pongo un cubito de caldo concentrado)
  • 1 palito de canela de unos 2 cm.
  • 30 gramos (3 cucharadas) de uvas pasas
  • 30 gramos (3 cucharadas) de pistachos, picados y tostados en una sartén sin grasa 3 minutos
  • Si el caldo no está salado, 1/4 cucharadita de sal
  • pimienta negra recién molida
  • 1/4 taza de cilantro fresco picado
  • 1/2 cucharadita de ralladura de limón (yo le puse la ralladura de medio limón pequeño, porque estas no las mido)
  • 1 o 2 cucharadas de zumo de limón (exprimí el medio limón pequeño y se lo eché)
  • la parte verde de una cebolleta para decorar
Quinoa con pasas y pistachos
Quinoa con pasas y pistachos

Preparación:

Calienta la base de una olla rápida a fuego medio, o enciende la función de saltear de una olla eléctrica (yo tengo una Instant Pot). Añade el aceite, la chalota y el ajo y saltea 2 minutos. Ten cuidado si la olla es eléctrica, porque la función de saltear calienta más que el fuego normal, así que remueve y vigila. Añade la quinua enjuagada y escurrida y el cardamomo y remueve durante otros 2 minutos. Ahora, echa las zanahorias, el caldo, las pasas y el palito de canela y remueve.

Pon la tapa, lleva a alta presión durante 5 minutos y luego deja salir el vapor de forma natural. Quita la tapa, remueve un poco, investiga dónde está el palo de canela, quítalo y tíralo. Ahora, si tu caldo no es salado, echarías la sal y probarías a ver si está a tu gusto. Puedes ponerle también pimienta. Ahora, pon el cilantro, los pistachos, el zumo de limón y la ralladura y remueve. Ya lo puedes servir decorado con la cebolleta… o meter en tuppers, etiquetar y congelar.

Quinua con pistachos y pasas

Hamburguesas de garbanzos con pipas de calabaza

Estas hamburguesas, así de pálidas, están muy ricas. Son de este libro de Dreena Burton, de la que tengo también todo lo que va sacando porque explica las recetas muy profusamente, que es como a mí me gusta. Son sin gluten, pero siempre y cuando cuidemos algunos ingredientes, como la avena y la salsa de soja, que ha de ser tamari.

Soy la tonta de las hamburguesas, lo reconozco. Tanto las hamburguesas como el seitán o las salchichas me solucionan una cena, porque no me da por comer platos muy elaborados en las cenas, ni sopas de legumbres ni nada por el estilo. Soy así. Supongo que es porque, cuando comía carne y pescado, las cenas se solucionaban de mala manera. Llego muy tarde dos días por semana de inglés (muy tarde son las 22:30 y yo a esa hora me acuesto, porque me levanto a las seis de la mañana).

La receta es rápida de hacer, si se tienen los garbanzos y el arroz cocidos el día anterior.

Hay que tener en cuenta que no son súpermegahiperjugosas, como otras de las hamburguesas que hay en este blog: con frecuencia, he encontrado que las hamburguesas hechas de garbanzos (salvo las de Oh she glows, que son espectaculares) quedan más bien sequitas. Al principio pensaba que era porque me colaba yo con los amalgamantes y espesantes (harinas, avena…), pero, después de haber probado varias, de cocineras en las que confío, como Burton o Moskowitz, creo que es porque son pastosillas per se. Sí es cierto que la inmensa mayoría de la humanidad se come las hamburguesas en un pan, con bocadillo, un tomate jugoso, lechuga y alguna salsita. Yo no: yo me las como a palo seco. Pero, como todo tiene arreglo en esta vida, uno puede añadir una salsita: un poco de salsa barbacoa, un poco de ketchup o, la que más me gusta a mí, una salsa hecha con un yogur de soja, un diente de ajo pequeño picado y unas hojitas de hierbabuena o eneldo. Y así están espectaculares.

Ingredientes para 6 hamburguesas grandes:

  • 400 gramos de garbanzos cocidos
  • 1 diente de ajo mediano picado
  • 1/2 cucharadita de sal
  • 2 cucharadas de levadura nutricional
  • 2 cucharaditas de tahini
  • 1 cucharada + 2 cucharaditas de vinagre de vino tinto
  • 1 cucharadita de salsa de soja (para los celíacos, de salsa tamari)
  • 1/4 cucharadita de orégano seco
  • 1 cucharada de semillas de chía molidas o 1 y 1/2 cucharadas de semillas de lino molidas
  • 2 cucharaditas de mostaza de Dijon
  • 40 gramos de cebolleta muy picada, sobre todo la parte verde
  • 20 gramos de albahaca fresca o al gusto. También puedes poner 1 cucharadita de albahaca seca
  • 150 gramos de arroz integral cocido y frío
  • 75 gramos de pipas de calabaza crudas
  • 100 gramos de copos de avena (si eres celíaco, asegúrate de que no tengan gluten)
  • aceite para freír

Preparación:

En un robot de cocina, mezcla los garbanzos, el ajo, la levadura nutricional (también puedes usarla de cerveza, claro está, aunque no sean lo mismo), el tahini, la salsa de soja o tamari, el vinagre, las semillas de chía molidas y la mostaza. Haz un puré. Sí, puré. No tiene que quedar textura en este punto. Si usas albahaca seca, añádela ahora también, antes de hacer el puré.

Agrega la cebolleta y la albahaca fresca y pulsa hasta que los ingredientes se incorporen. Ahora no tienes ya que hacer ningún puré, solo pulsar un poco el botón del robot de cocina, unos segundos.

Incorpora ahora el arroz, las pipas y la avena y bate de nuevo, parando e integrándolo todo con una espátula, hasta que esté todo bien incorporado y espeso. Ahora sí quieres que quede textura.

Quita las cuchillas y haz 6 hamburguesas. Puedes meter la masa 30 minutos en el frigorífico para que sea más compacta, pero de verdad que no le hace falta (yo no lo hice).

Para cocinarlas, engrasa una sartén con una fina capa de aceite y hazlas de 6 a 8 minutos por cada lado. Eso marca la receta, pero yo las puse en la parrilla eléctrica, que se hacen por los dos lados de golpe, y las tuve 10 minutos.

Luego ponlas en una bandeja o un plato, deja enfriar y congela envueltas en papel film. También las puedes comer directamente, claro está.

Hamburguesas de garbanzos con pipas de calabaza

Sopa de garbanzos y arroz con col rizada

Esta sopa es muy suave, sabe a col y reconforta hasta a los muertos. A mí me encanta, la verdad. Además, tiene arroz (yo usé integral) y garbanzos, con lo que conseguimos proteínas completas… Por si acaso alguien se preocupa por las proteínas de los vegetarianos a estas alturas de la vida. Y es apta para celíacos, qué más se puede pedir. Es de la segunda edición del libro Vegan with a vengeance, que se publicó con nuevas recetas cuando hacía 10 años que Isa Chandra Moskowitz lo había sacado.

Ingredientes para 6 u 8 personas:

  • 115 gramos de anacardos crudos puestos en remojo toda la noche o, al menos, durante 2 horas
  • 215 gramos de garbanzos secos cocidos (una vez cocidos son 680 gramos)
  • 2 cucharadas de aceite de oliva
  • 1 cebolla mediana cortada a rodajas finas
  • 3 dientes de ajo muy picados
  • 1 cucharadita de romero seco
  • 3/4 cucharadita de tomillo seco
  • 1 cucharadita de sal
  • Pimienta negra recién molida
  • 160 gramos de arroz integral
  • 3 tallos de apio muy picados
  • 2 zanahorias grandes picadas a cubos
  • 1200 ml de caldo vegetal
  • 200 gramos de col rizada sin el tronco de las hojas y picada
  • Cebolleta (la parte verde) a rodajas para decorar

Preparación:

Escurre los anacardos y bátelos en una batidora potente con 230 gramos de agua hasta que sea una crema. Dependiendo de lo potente que sea tu batidora te puede llevar de 1 a 5 minutos. Para de vez en cuando para raspar las paredes e integrarlo todo.

Calienta una olla a fuego medio con el aceite de oliva. Saltea la cebolla con una pizca de sal unos 5 minutos, hasta que esté traslúcida. Añade el ajo, el romero, el tomillo, la sal y la pimienta y saltea 4 minutos más.

Agrega el arroz, el apio y la zanahoria. Dale unas vueltas y agrega el caldo. Tapa y lleva a ebullición. Cuando hierva, baja el fuego, añade los garbanzos y, cuando vuelva a hervir, cocina hasta que el arroz esté. Yo lo tuve algo más de 15 minutos porque mi arroz era integral, pero lo tenéis que ir comprobando.

Incorpora ahora la crema de anacardos y la col rizada y hierve, a fuego lento, hasta que la col se haya rendido, de 3 a 5 minutos más. Prueba de sal y deja reposar 10 minutos.

La sopa se espesa mucho cuando se enfría, así que cuando la recalientes, solo tendrás que agregar un poco de agua y dejarla a tu gusto.

Sopa de garbanzos y arroz con col rizada

Verdinas Claudia

«Qué regalazo», me dijo Claudia cuando le conté que mi madre me había comprado verdinas. «¿Qué hago?» «Sofrito con mogollón de cebolleta, calabaza y tomate; pimentón de la Vera, verdinas remojadas, un buen caldo, la crock pot y a apagar teléfonos y desconectar timbres mientras disfrutas». Ea. Una receta estilo madre. Mucho de aquí, algo de allá.

Ingredientes para 7 raciones:

  • 1 calabaza cacahuete pequeña, pelada y cortada a dados
  • 3 cebolletas pequeñas, partes verde y blanca, picadas
  • 4 tomates pequeños, picados y sin semillas
  • 2 dientes de ajo pelados y picados
  • 320 gramos de verdinas
  • 2 cucharaditas colmadas de pimentón agridulce de la Vera
  • 1500 mililitros de caldo vegetal
  • sal
  • 2 cucharadas de aceite

Preparación: 

Ponemos las verdinas a remojo en agua durante ocho horas el día anterior al que vayamos a preparar la receta.

En una olla grande, a fuego medio, calentamos el aceite. Añadimos la cebolleta picada y dejamos sofreír durante 5 minutos. Luego, añadimos el ajo picado y sofreímos durante 1 minuto, removiendo de vez en cuando. Agregamos la calabaza y los tomates, salamos y dejamos freír durante 15 minutos, removiendo de vez en cuando. Si ves que se queda sin grasa y se pega un poco, añade un poquito de caldo. Cuando falten dos minutos para finalizar la cocción, agrega el pimentón, remueve y deja freír también, dándole unas vueltas de vez en cuando.

Escurrimos las verdinas. Las colocamos en la crock pot con el caldo. Agregamos los ingredientes de la olla y ponemos en LOW de 6 a 8 horas. Cada crock pot es un mundo, así que a las seis horas, mira si están hechas, porque las verdinas son pequeñas y se cuecen más rápido.

Y sí: desconecta teléfonos y timbres, no pongas la tele y disfruta de este manjar.

Verdinas Claudia

Verduras a la canela

Esta receta sirvió para inaugurar mi horno. No he hecho ningún dulce, porque bastante me estoy colando con mi dieta este verano (me la salto estrepitosamente todos los días. Pero ya no más), pero sí unos maravillosos vegetales asados. La receta la cogí de La Dolce Vegan, que tiene preparaciones muy fáciles, aunque todas las fotos que aparecen son de su autora en diferentes poses, lo que le ha reportado las críticas más negativas en Amazon (¿esto es un libro de cocina o un álbum de fotos?). De todos modos, tratándose de recetas de cocina, yo lo aprovecho todo, desde lo fácil a lo laborioso… Lo más laborioso de esta receta es pelar la calabaza. Me dijeron que con un pelador de patatas, haciendo varias pasadas. En Gastronomía y Cía dan este truco que yo no he probado, pero que probaré, porque cuando pelo un calabaza, siempre pienso que voy a terminar en urgencias…

Ingredientes para 5 raciones:

  • 1 cebolleta picada
  • 3 zanahorias peladas y picadas
  • 1 calabaza cacahuete pelada y en cubitos
  • 1 calabacín pelado y en cubos
  • 1/2 cucharadita de sal fina o 1 cucharadita de sal gruesa
  • 1 cucharadita de semillas de cilantro molidas
  • 2 cucharaditas de comino molido
  • 1/2 cucharadita de canela molida
  • 3 cucharadas de aceite

Preparación:

Precalienta el horno a 190ºC. En una bandeja pon las verduras y luego añade el aceite y las especias con la sal. Lávate las manos y remueve todo para que se impregnen bien.

Hornea de 40 a 45 minutos, hasta que las verduras estén hechas. A mitad de cocción, remuévelas.

Lo puedes servir con arroz, cuscús o como guarnición.

Verduras a la canela

Salsa japonesa de cebolleta

Esto sabe a comida japonesa y ya está. Y ¿con qué se usa? Yo lo he comido con fideos soba, con tostadas de pan y con el arroz. En realidad, me hago un lío con la cebolleta, las escalonias, las chalotas y las cebollas dulces porque yo solo he visto cebollas y cebolletas en mi frutería y nada más. Si acaso, de vez en cuando, cebolla roja. Así que, aunque la receta original pide escalonias muy, muy picadas, yo las piqué normal y puse cebolletas. La receta está tomada de un libro que se llama Vegetarian Entrées That Won’t Leave You Hungry. Si se pica mucho mucho, se puede poner encima de verduras asadas también, como una salsita.

Ingredientes para 4 raciones:

  • Un manojo de cebolletas, partes verde y blanca, bien picadas
  • 2 cucharadas generosas de jengibre fresco picado
  • 1 diente de ajo pequeño picado
  • 3 cucharadas de aceite de pepitas de uva o cacahuete
  • 1 cucharadita de salsa de soja (o tamari, para hacerla sin gluten)
  • 3/4 cucharadita de vinagre de Jerez
  • 1/2 cucharadita de sal
  • 1/2 cucharadita de aceite de sésamo tostado

Preparación:

Mezcla todos los ingredientes, remueve bien y deja reposar una hora antes de servir.

Se conserva una semana en el frigorífico en un tarro bien cerrado.

Más fácil imposible. Que en verano no apetece mucho encender fogones…

Salsa japonesa de cebolleta

Salsa de champiñones y tomates secos para pasta

Tanto leer libros de cocina vegana, tanto leer libros de cocina vegana, que al final una acaba inventando recetas algo más elaboradas que las que me inventaba anteriormente… Y salen exquisitas. No es porque sea una creación propia. No se cocina en wok, por cierto: el wok lo usé para hacer la foto porque ya no me quedaban más cuencos limpios y bonitos disponibles (cuando me mude y tenga una cocina adecuada para cocinar, en la que no tenga que sacar todos los cacharros para ponerme manos a la obra, voy a ser la mujer más feliz del mundo porque no cocinaré cada tres fines de semana y me daré la gran paliza, sino que podré hacer las cosas poco a poco… Porque me mudo: ¿os he dicho que me mudo? Pues me mudo a una casa con una terraza inmensa en la que pretendo plantar, a ver si sé, perejil, salvia, cebollino, tomillo, romero y todas las hierbas aromáticas que se me ocurran).

Los anacardos hay que remojarlos o bien toda la noche o al menos dos horas antes de ponerte a hacer la receta.

Ingredientes para 4 raciones:

  • 80 gramos de tomates secos
  • 3 dientes de ajo
  • 1 cebolleta grande
  • 60 mililitros de vino tinto
  • 400 gramos de champiñones
  • 1 rama de apio
  • 80 gramos de anacardos
  • 230 gramos de caldo vegetal
  • 115 gramos del líquido en el que remojaremos los tomates
  • 1 cucharada de aceite de oliva

Preparación:

Ponemos los anacardos a remojo: los cubrimos de agua y los dejamos así dos horas o toda la noche en la nevera.

En un cazo, ponemos agua a hervir, colocamos los tomates en un bol y, cuando el agua hierva, la echaremos encima de los tomates para hidratarlos. Tapamos con un plato y dejamos reposar un cuarto de hora.

Ahora, preparamos los ingredientes: pelamos los ajos, les quitamos el germen y los prensamos o los picamos muy finos. Esto va en gustos: a mí el ajo a rodajas no me gusta nada, me dan arcadas, así que lo pico lo más minúsculo que puedo. El apio también lo picamos muy fino después de haberle quitado los hilos (se hace muy fácilmente con un pelaverduras). Pelamos y picamos la cebolleta.

En una cacerola, ponemos a calentar la cucharada de aceite. Añadimos la cebolleta picada y el apio, a fuego medio, y dejamos que se hagan, removiendo de vez en cuando, durante 10 minutos.

Mientras tanto, preparamos los champiñones. Les cortamos la parte del tallo que está terrosa y los limpiamos con un paño húmedo. No se mojan, porque absorben mucha agua y luego esa agua se tiene que evaporar y tardaría siglos y siglos (lo sé, me ha ocurrido y acabé colándolos -eso fue antes de aprender estas cosas-).

Al cabo de los diez minutos, agregamos el ajo, revolvemos durante 30 segundos y añadimos los champiñones. Subimos el fuego y dejamos que se hagan. Tardan de 5 a 7 minutos y el líquido que sueltan se tiene que evaporar.

Mientras tanto, sacamos los tomates con una pinza y los picamos. Reservamos el líquido. Agregamos los tomates a la cazuela y añadimos el vino tinto. Dejamos que dé un hervor y que se evapore.

Podemos ir haciendo la crema de anacardos. En una batidora potente ponemos los anacardos escurridos, el líquido de cocción de los tomates (115 gramos) y 230 gramos de caldo vegetal. Batimos bien hasta que quede una especie de salsa que parece como nata. Queda un poco granulosa: depende de la potencia de tu batidora, podrá tardar hasta 5 minutos en estar lista.

Cuando el vino se haya evaporado, vertemos la salsa en la cazuela, removemos muy bien, subimos el fuego y dejamos que espese un ratito (yo lo tuve unos cinco minutos, removiendo). Ahora se le puede añadir a la pasta y también se le puede agregar la proteína que queramos (tofu, tempeh, seitán…).

Salsa de champiñones y tomates secos para pasta

Sopa de verduras para las noches frías

Definitivamente, no sé calcular. En las recetas que escojo pone «para cuatro personas». Yo la hago y me salen seis tuppers. U ocho. Y mi congelador tiene tres cajones nada más, así que me las veo negras para meterlo todo, porque no quiero estar tres semanas seguidas comiendo exactamente lo mismo, día tras día, para vaciarlo. Así que aquí tengo diez raciones de una sopa de verduras muy suave porque se me olvidaron la mitad de los ingredientes y ni le eché hierbas ni le eché nada, solo las verduras, agua y sal… Pero está muy rica. Es decir, no es una sopa sabrosa sabrosa de estas de «oh Dios mío qué explosión de sabor en la boca». Es una sopa para esas noches frías en las que un caldito con verduras es lo que mejor sienta del mundo…

Ingredientes para 10 raciones:

  • 2 zanahorias
  • 1 nabo
  • 1 puerro
  • 1 coliflor pequeña
  • 1 ramita de apio sin los hilos
  • 1 cebolleta
  • 1 cucharada de aceite de oliva
  • sal

Preparación:

Es mejor tener las verduras preparadas con antelación. Ni que decir tiene que le podéis echar las verduras que queráis (un par de tomates vendrían muy bien, por ejemplo, y alguna hierba aromática, como perejil o albahaca o romero si es que os gustan).

Limpia y trocea el puerro y ponlo a pochar en una cacerola, a fuego medio, con la cucharada de aceite. Pela las zanahorias, córtalas en juliana, y añádelas cuando hayan pasado unos cinco minutos. Agrega el nabo, pelado y en cubitos. Lava la coliflor, sepárala en ramilletes y añádelas a los cinco minutos también. Hay que ir removiendo las verduras en el aceite para que no se quemen.

Trocea la cebolleta, añádela a la cazuela y dale unas vueltas durante 3 o 4 minutos. Luego, agrega el apio cortado en trocitos pequeños. Agrega sal al gusto (yo le puse algo más de media cucharadita de las de café) y agua hasta que cubra las verduras. Sube el fuego, lleva a ebullición y deja que cueza. Una vez que haya roto a hervir, tapa la olla, baja el fuego, ponlo a fuego bajo y deja cocer unos 20 minutos. Apaga el fuego y deja reposar la sopa para que se mezclen bien los sabores antes de servir.

Sopa de verduras para las noches frías