El 27 de julio pasado tocaba Jamie Cullum en Marbella. Y me gasté medio sueldo en ir a verlo. Me gusta mucho este señor. No sabría decir por qué, pero me gusta mucho su voz, me gusta mucho su cara, me gusta mucho ese gamberreo que derrocha encima de un escenario, su elegancia y cómo toca instrumentos que no estaban pensados para ciertos sonidos.
Ah. Pero este es un blog de comida.
En Marbella quedé con Claudia (y Daniela) en Loving Hut. ¿Ventaja? Café con leche de avena, qué maravilla. Ventajas, en realidad, este sitio las tiene todas, pero lo del café me emocionó porque la leche vegetal se asocia a leche de soja. Y un café con leche de soja es lo más asqueroso que he probado jamás. Lo mejor del café, la compañía. Yo soy de relaciones individuales y, como lo de la charla individual no se dio, tengo excusa para volver a Marbella y caminar por el paseo marítimo viendo tiendas para guiris y restaurantes con carteles horteroides.
Pero ahora, la comida. Las fotos están hechas con el móvil, porque no me llevé la cámara.
Para beber yo pedí un «Potenciador de la salud», que no es más que un zumo con naranja, manzana, zanahoria y jengibre. Está inmensamente rico.
Para compartir, pedimos un Hummus del día. Yo, si voy a un vegetariano en el que hay hummus, tengo que comer hummus. Creo que tengo una adicción o algo:
Sira pidió un curry de lentejas, que yo también probé. Lo tengo que hacer, me pareció una cosa exquisita.
Yo tomé unos fettucini carbonara. Realmente, la receta de los carbonara, como los hacía Angela, italiana, amiga de mi familia, consiste en mantequilla, leche, huevos, panceta y queso. Estos carbonara tenían seitán y distintos tipos de setas con nata vegetal. Cremosísimos. Maravillosos. No dejé una miga.
No es un restaurante de mesa y mantel. Es más bien, por su concepción, un restaurante de comida rápida (aunque no hay que comer rápidamente e irse). Cuando llegamos, había bastantes clientes. Supongo que el veganismo está más extendido en otras partes del mundo (occidental, en este caso) y, como Marbella es una ciudad turística, funciona un restaurante vegano.
Y, por supuesto, tampoco dejamos una miga de la tarta de zanahorias:
Hola, Olga
Tiene todo una estupendísima pinta. Pero… y de precio?
Este finde tengo que ir por esa zona y me lo estoy pensando…
Un besazo
De precio está muy bien, la verdad. A ver, los zumos encarecen porque cada uno era 4 euros y medio. Y el postre también sabes que suelen ser caros (pero este no me lo pareció, eran 3,5 euros). En la página web que enlazo, la del restaurante, tienen los precios. Yo iría sin dudar. A mí me gustó mucho.
Ver esas fotos a estas horas…..uff! entran ganas de comérselo todo! 🙂
Yo me lo comí. Ay.
Yo tengo el Loving Hut Madrid al lado y la verdad es que es una suerte para una vegana. Me gusta mucho su comida. 🙂
Yo quedé completamente satisfecha, la verdad. Variedad, calidad y además practiqué inglés 🙂
[…] periplo malagueño. Que no fue tal, porque solo estuve dos días. Los suficientes para pasar por el Loving Hut de Marbella y por el Cañadú de Málaga, en la Plaza de la Merced. Enlazo su página en Facebook, […]
Hay otra ventaja más en el Loving Hut de Marbella que lamentablemente no tuviste la ocasión de disfrutar: el camarero más guapo del mundo.
No me lo puedo creer… Snif.