He estado en Argentina. Durante un mes. Por eso no se ha actualizado el blog cada tres o cuatro días, como de costumbre: porque no me daba tiempo a tener todas las entradas programadas. Hace una semana que regresé y todavía tengo la casa manga por hombro. No os podéis imaginar hasta qué punto. Me traje amigos, paisajes en la retina y deseos de cosas por hacer. He fotografiado a más animales en libertad que en toda mi vida. Vi ballenas y también vi orcas, que siempre me han encantado y que sí, matan para comer y las llaman asesinas, aunque yo no lo comparta y las vea de una belleza extraordinaria…


Este es un blog de cocina, que pretende ser de cocina vegana en su mayor parte, aunque haya recetas vegetarianas también, fácilmente veganizables. Pero lo cierto es que, en Argentina, vegano, poco. Supongo que un vegano convencido hubiera buscado muchas más opciones que yo, que me conformaba con la pizza de muzzarella (sí, allí es muzzarella) o con las mil y unas posibilidades de sorrentinos, que son pastas rellenas: de calabaza, de ricotta, de espinacas, de queso. Sí que probé unas berenjenas aliñadas que me parecieron lo más exquisito del mundo y sí que es cierto que, como la mayoría de los lugares que visité son turísticos a más no poder (Salta, El Calafate, Humahuaca, Esquel, San Carlos de Bariloche, el propio Buenos Aires), en todos los menús hay al menos una opción vegetariana. El queso y la nata triunfan, pero también he comido milanesas de soja: no sé, todo hay que decirlo, si estaban rebozadas con huevo o no. También comí pan casero en Chile y tartas de verduras. Tengo pendiente preparar un post con todo esto. Y más recetas, que sigo recopilando por internet.

Conocí a una chica vegana, Sandra, un encanto de mujer dulcísima y especial que me infundió fuerza cuando más lo necesitaba y que prepara unas empanadas geniales. Yo no las he podido probar nunca, pero es algo que también tengo pendiente para la próxima vez: me dio la receta, voy a ver si puedo hacerlas un día (poder, podré. Otra cosa es que me salgan). Según los muy carnívoros amigos comunes que tenemos en Argentina, son espectaculares. Y ese es el país de las empanadas, que conste.


Por ahora, os dejo algunas fotos. La crónica del viaje se puede seguir en mi otro blog y por eso no lo voy a narrar aquí, que es más bien un blog de recetas, con algún que otro contenido adicional. Ahora llegan las fiestas, volver a la vida rutinaria de todos los días y, claro que sí, cocinar. Llega el tiempo de las calabazas (hace una semana, yo estaba en manga corta viviendo una primavera calurosa), de las castañas con las que voy a poder hacer por fin un paté de lentejas y castañas al que le tengo muchas ganas; el tiempo de volver a hornear pan, de utilizar nueces y de hacer muchos purés y sopas contundentes con los que aventar el crudo invierno de Extremadura en una casa que no tiene falda camilla ni brasero. Odio las casas amuebladas modernas, que conste en acta.
Sigo estando allá, a ratos. Pero he vuelto, abrazo a los amigos que me esperaban y me pongo al día de vuestros blogs. También es bueno estar en casa.
bueno… eso del paté de lentejas y castañas suena MUY bien…
por lo demás, bienvenida de vuelta…
Sí, suena bien. A ver cuándo me da tiempo, que tengo la casa como una zahúrda. Literalmente. Un horror. Sin tiempo de nada. Y con un mes de clases de inglés atrasado. Para morirme de cosas que tengo que hacer, estoy.
Pero yo a las cinco he quedado para tomar café.
Muchísimas gracias por la bienvenida, niño…
Qué suerte que disfrutaste de mi País. Aqui tiene una nueva amiga porteña (: Besos!
Disfruté mucho muchísimo. Es maravilloso, Argentina. Besos!
Qué lindo que estuviste por acá y tuviste la suerte de recorrerlo entero! Aqui hay otra porteña, por si alguna vez querés volver! Saludos! 🙂
Querer, quiero volver desde que me vine!
………una casa que no tiene falda camilla ni brasero……..que significa amiga???
muy bonito tu escribes!!!
La falda camilla es una especie de tela gordísima que se le pone a una mesa redonda para que te puedas arropar con ella. El brasero se pone debajo de la mesa redonda y da calorcito. Ahora son eléctricos, antes eran de picón (carbón, creo que es, el picón).
Gracias, corazón…
Un placer tenerte de vuelta. Que envidia de viaje… Creo que es imposible cansarse de viajar y ver sitios nuevos.
Por cierto a mi me pasa igual, cuando salgo de casa me vegetarianizo. Estuve hace nada de viajecito tambien, y me vine con la sensacion de que ser vegetariano en otros paises es mucho mas facil…
Sí, porque si eres vegano, yo creo que tienes que preguntar cosas que a lo mejor ni saben… Tipo: ¿el pan lleva leche o manteca o huevo? ¿qué lleva esta bebida o cómo se ha procesado? Si no conoces marcas o algo, puede ser más complicado: siempre quedan las ensaladas y las verduras a la plancha, pero veo pocos platos de legumbres contundentes en los restaurantes…
Me referia a que es mas facil ser vegeta fuera que en españa. Que parece que no se puede hacer nada sin bacon o un huesito » para darle sabor» XD Ser vegano ya me parece dificil en todos lados 🙂
Eso también es verdad! He visto caldos vegetales con jamón!